En septiembre de 2025 tuve la oportunidad de colaborar con instituciones de la India en el marco del Training in Natural Heritage Conservation (TCNH), representando a México y a SEDATU (DGOTU). Fue una experiencia intensa y muy valiosa para dialogar, desde la planeación del territorio, sobre una pregunta que cada vez pesa más en la política pública: ¿cómo conservamos el patrimonio natural sin desconectarlo de la vida social, cultural y económica que ocurre en los territorios?
El TCNH se realizó en Dehradun, India, con actividades también en Nueva Delhi, Bharatpur y Agra, y fue organizado por el Wildlife Institute of India – Category 2 Centre (WII-C2C) bajo auspicios de UNESCO, en el marco del programa MEA-ITEC. Participaron instituciones y especialistas vinculados a patrimonio mundial y conservación (incluyendo actores como UNESCO y redes técnicas regionales), junto con participantes de Asia, África y América Latina y el Caribe.
Más allá de las sesiones en aula, el curso tuvo un enfoque aplicado: estudiar marcos internacionales, revisar casos y aterrizar aprendizajes con visitas de campo a sitios emblemáticos (culturales y naturales) y espacios de gestión patrimonial.
Mi contribución se estructuró alrededor de dos piezas:
Presentación de país: Mexico’s Natural Heritage and Land-use Planning Policy , donde destaqué cómo el ordenamiento territorial puede ser un instrumento para proteger patrimonio natural y gestionar tensiones entre conservación, ciudades, infraestructura y desarrollo.
Documento base: Mexico’s Biocultural Heritage – Integrating Natural and Cultural Patrimony in a Megadiverse Landscape , que propone leer a México como un territorio donde biodiversidad y diversidad cultural están profundamente entretejidas, y donde la planeación gana potencia cuando reconoce esa interdependencia.
En esa narrativa, un concepto clave fue el patrimonio biocultural: la idea de que naturaleza y cultura no se “tocan” sólo en sitios turísticos o en polígonos de conservación, sino en prácticas, paisajes productivos, sistemas tradicionales y territorios comunitarios que sostienen servicios ecosistémicos y memoria colectiva.
Me quedo con cinco aprendizajes (muy concretos) para la práctica territorial:
Valor Universal Extraordinario (OUV) y los procesos asociados a sitios de Patrimonio Mundial: cómo se define, cómo se justifica y cómo se reporta/monitorea en el tiempo.
Gestión de patrimonio natural con lentes contemporáneos: corredores ecológicos, paisajes transfronterizos, turismo y manejo de visitantes, y hasta forensia de vida silvestre como herramienta de control y protección.
Interpretación del patrimonio (no como “difusión”, sino como estrategia): principios y herramientas para comunicación pública, educación y apropiación social.
Integración naturaleza–cultura conectada con marcos globales (p. ej., biodiversidad y desarrollo sostenible), como recordatorio de que el territorio es el lugar donde esos compromisos se vuelven reales.
Observación aplicada en campo para traducir conceptos a decisiones: visitas a Taj Mahal (patrimonio cultural) y Keoladeo National Park (patrimonio natural), además de espacios institucionales de resguardo e investigación.
Un valor práctico del curso fue obligarme a convertir aprendizajes en oportunidades de implementación, particularmente en instrumentos y procesos de ordenamiento territorial. Entre lo más inmediato:
Incorporar criterios de OUV y el binomio naturaleza-cultura en lineamientos y anexos técnicos de instrumentos PUMOT y en agendas estatales/municipales de OT.
Fortalecer el enfoque biocultural como parte del ESSET en diagnósticos y priorización (aptitud, conectividad, servicios ecosistémicos).
Armonizar planeación territorial con conservación mediante coordinación interinstitucional (SEDATU-INAH-SEMARNAT/CONANP) para zonas de amortiguamiento, corredores y OMEC.
Impulsar desde el OT la interpretación del patrimonio (natural, cultural, mixto o intangible), como componente de gobernanza y apropiación social.
Y también quedaron claras algunas barreras típicas —y cómo empezar a destrabarlas:
Fragmentación institucional: proponer una mesa técnica con ruta crítica y responsables.
Brechas de información: convenios de intercambio de datos, repositorios compartidos y protocolos de interoperabilidad (SIG).
Capacidades desiguales: plan de formación y una guía/checklist interna para proyectos de OT.
Como mecanismo de “aterrizaje” dentro de la institución, me parece clave organizar la transferencia de conocimiento con acciones simples: repositorio con materiales, nota técnica de síntesis, seminario interno y una guía rápida con checklist.
Esta colaboración me reafirmó algo: el patrimonio natural no se protege sólo con decretos o polígonos, sino con decisiones territoriales mejor informadas, coordinación real entre sectores y herramientas que permitan priorizar, anticipar conflictos y sostener acuerdos en el tiempo.
(Como siempre, lo aquí compartido es a título personal, desde mi experiencia técnica y de aprendizaje.)
Presentación: Mexico’s Natural Heritage and Land-use Planning Policy: https://drive.google.com/file/d/1Aow956vKbbGoszbgb8R6qA4QcZn-1R_B/view?usp=drive_link
Documento: Mexico’s Biocultural Heritage – Integrating Natural and Cultural Patrimony in a Megadiverse Landscape: https://drive.google.com/file/d/1lKmUk0_bnjaRBCtm4qj5jQPT1_xY022y/view?usp=drive_link